Los conductores crucificados a un madero con clavos de acero de cinco pulgadas se encuentran acostados bajo una precaria tienda de plástico en Luque, pueblo de la zona norte del área metropolitana.
La medida extrema fue acompañada, además, por otros cuatro choferes que completaron el viernes once días de huelga de hambre.
"La compañía de transporte colectivo de pasajeros de la Línea 30 entre Luque y Asunción nos despidió porque hicimos algunos reclamos a través del sindicato", dijo a The Associated Press Mariano Centurión, uno de los crucificados, exhibiendo ambas manos ensangrentadas.
En tanto, Juan Villalba, presidente del gremio, comentó que "la empresa argumenta, además, que varios de nuestros asociados tienen entre ocho y nueve años de antigüedad, entonces fueron despedidos antes de completar diez años porque entonces, por ley, serán inamovibles".
Aufredi Paredes, gerente de la empresa, explicó que "estamos en condiciones de reincorporar a algunos conductores pero en cuanto a los que tienen antigüedad la ley laboral dice que podemos prescindir de ellos si se les indemniza totalmente. Y estamos conformes con indemnizarlos pero no readmitir a todos".
Tomar estas medidas extremas no es nuevo en el mundo, crucificarse como una manera de protesta imitando a Jesucristo sugiere en la mayoría de veces querer experimentar lo que Cristo vivió en ese momento trágico de la historia, solo que en este caso se pretende conseguir un derecho.
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