Bullying
Pedro era un niño de 12 años, con una vida normal como cualquier otro, pero estaba atravesando una terrible situación que lo angustiaba cada día más. Sucedía que Francis, de 13 años, pero con un desarrollo físico que iba muy por encima de su edad, le había encontrado cierto placer en hacerle la vida imposible. El acoso incluía quitarle el dinero, insultarlo, humillarlo y maltratarlo delante de otros niños.
Pedro, muchas noches entre lágrimas trataba de encontrar las razones por la cual tenía que soportar esta situación. Pero por más que pensaba no comprendía la causa por la cual ese niño, lo molestaba tanto. Pensó en hablar con sus padres, pero le avergonzaba que ellos pudieran pensar que no era capaz de manejar esta situación por sí mismo, por lo cual decidió callar y aguantar estoicamente los acosos a los que se enfrentaba cada día.
Un día Pedro paseaba por la calle y vio que Francis se venía acercando hacia donde él estaba. Inmediatamente cambió de rumbo y aceleró sus pasos hasta terminar corriendo. Su angustia iba en aumento y mas aún cuando vio que Francis no estaba solo, sino que una pandilla de niños golpeadores venía con él.
Mientras corría a la mayor velocidad posible, pudo ver al hijo del carpintero cerrando el taller donde trabajaba. Casi sin aliento y con los ojos llenos de lágrimas, le pidió ayuda con voz titilante. El robusto joven aceptó ayudarlo mientras trataba de tranquilizar a Pedro, quien solo pensaba en esconderse. Entonces le dijo: tranquilo, no tengas miedo, que yo estoy contigo.
Al instante Francis y su pandilla llegaron buscando golpear y acosar a Pedro como era su costumbre, pero no contaban con que esta vez, alguien mucho más grande y fuerte, salió en su defensa. Por primera vez Francis y todo su grupo tuvieron que huir para resguardarse.
Pedro, sorprendido en extremo por lo que había ocurrido y a la vez lleno de gratitud preguntó a quien lo había defendido: ¿Cómo te llamas?, el joven le contestó con voz grave que denotaba autoridad: yo soy Jesús, a partir de este día te protegeré y te cuidaré.
Al día siguiente Pedro se fue muy feliz a la escuela, sabiendo que tenía a alguien que le daría cuidado y protección. Con el tiempo comprendió que aunque Francis lo amenazaba de lejos, no le pasaría nada si continuaba cerca de su nuevo amigo Jesús.
Esta es una historia de alguien que no entendía porque le pasaba todo ese mal, pero que en medio de su angustia encontró un protector mucho más fuerte que sus problemas.
Por mucho tiempo estuvimos alejados de Dios, viviendo atormentados y con tristeza en nuestros corazones, pero cuando nos acercamos a Jesús, Él no nos negó su protección y cuidado, alejó nuestros miedos y trajo la tan ansiada paz a nuestras vidas.
Deuteronomio 32:10-11 Le halló en tierra de desierto, Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, Lo guardó como a la niña de su ojo. Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus pollos, Extiende sus alas, los toma, Los lleva sobre sus plumas.
Definitivamente, no hay nada más elocuente que la palabra de Dios para describir la bondad y amor con el cual Jesús nos protege cada día.
Es verdad que en nuestra vida existen momentos difíciles; la angustia, el pánico, la desesperación, la escases y el miedo nos amenazan de lejos, pero debemos estar confiados sabiendo que Jesús está con nosotros y con El somos mas que vencedores.
Pedro, muchas noches entre lágrimas trataba de encontrar las razones por la cual tenía que soportar esta situación. Pero por más que pensaba no comprendía la causa por la cual ese niño, lo molestaba tanto. Pensó en hablar con sus padres, pero le avergonzaba que ellos pudieran pensar que no era capaz de manejar esta situación por sí mismo, por lo cual decidió callar y aguantar estoicamente los acosos a los que se enfrentaba cada día.
Un día Pedro paseaba por la calle y vio que Francis se venía acercando hacia donde él estaba. Inmediatamente cambió de rumbo y aceleró sus pasos hasta terminar corriendo. Su angustia iba en aumento y mas aún cuando vio que Francis no estaba solo, sino que una pandilla de niños golpeadores venía con él.
Mientras corría a la mayor velocidad posible, pudo ver al hijo del carpintero cerrando el taller donde trabajaba. Casi sin aliento y con los ojos llenos de lágrimas, le pidió ayuda con voz titilante. El robusto joven aceptó ayudarlo mientras trataba de tranquilizar a Pedro, quien solo pensaba en esconderse. Entonces le dijo: tranquilo, no tengas miedo, que yo estoy contigo.
Al instante Francis y su pandilla llegaron buscando golpear y acosar a Pedro como era su costumbre, pero no contaban con que esta vez, alguien mucho más grande y fuerte, salió en su defensa. Por primera vez Francis y todo su grupo tuvieron que huir para resguardarse.
Pedro, sorprendido en extremo por lo que había ocurrido y a la vez lleno de gratitud preguntó a quien lo había defendido: ¿Cómo te llamas?, el joven le contestó con voz grave que denotaba autoridad: yo soy Jesús, a partir de este día te protegeré y te cuidaré.
Al día siguiente Pedro se fue muy feliz a la escuela, sabiendo que tenía a alguien que le daría cuidado y protección. Con el tiempo comprendió que aunque Francis lo amenazaba de lejos, no le pasaría nada si continuaba cerca de su nuevo amigo Jesús.
Esta es una historia de alguien que no entendía porque le pasaba todo ese mal, pero que en medio de su angustia encontró un protector mucho más fuerte que sus problemas.
Por mucho tiempo estuvimos alejados de Dios, viviendo atormentados y con tristeza en nuestros corazones, pero cuando nos acercamos a Jesús, Él no nos negó su protección y cuidado, alejó nuestros miedos y trajo la tan ansiada paz a nuestras vidas.
Deuteronomio 32:10-11 Le halló en tierra de desierto, Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, Lo guardó como a la niña de su ojo. Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus pollos, Extiende sus alas, los toma, Los lleva sobre sus plumas.
Definitivamente, no hay nada más elocuente que la palabra de Dios para describir la bondad y amor con el cual Jesús nos protege cada día.
Es verdad que en nuestra vida existen momentos difíciles; la angustia, el pánico, la desesperación, la escases y el miedo nos amenazan de lejos, pero debemos estar confiados sabiendo que Jesús está con nosotros y con El somos mas que vencedores.
Salmos 90:1 "El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente".
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