Doble Dicha
La bendición de Jehová es la que enriquece y no añade tristeza con ella. Proverbios 10:22
El Señor le preguntó a Satanás: - ¿De dónde vienes? Satanás le contestó: -He estado recorriendo la tierra, observando todo lo que ocurre. Entonces el Señor preguntó a Satanás: - ¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal.
Satanás le respondió al Señor: -Sí, pero Job tiene una buena razón para temer a Dios, siempre has puesto un muro de protección alrededor de él, de su casa y de sus propiedades. Has hecho prosperar todo lo que hace. ¡Mira lo rico que es! Así que extiende tu mano y quítale todo lo que tiene, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!
-Muy bien, puedes probarlo -dijo el Señor a Satanás-. Haz lo que quieras con todo lo que posee, pero no le hagas ningún daño físico. Entonces Satanás salió de la presencia del Señor.
Un día llegó un mensajero a casa de Job con las siguientes noticias: “Sus bueyes estaban arando y los burros comiendo a su lado, cuando los sabeanos nos asaltaron. Robaron todos los animales y mataron a los trabajadores, y yo soy el único que escapó para contárselo”. Mientras este mensajero todavía hablaba, llegó otro y le dijo: “Cayó del cielo el fuego de Dios y calcinó a las ovejas y a todos los pastores; yo soy el único que escapó para contárselo”. Mientras este mensajero todavía hablaba, llegó un tercero diciéndole: “Tres bandas de saqueadores caldeos robaron sus camellos y mataron a los sirvientes; yo soy el único que escapó para contárselo”. No había terminado de hablar el tercer mensajero cuando llegó otro con esta noticia: “Sus hijos e hijas estaban festejando en casa del hermano mayor y de pronto, un fuerte viento del desierto llegó y azotó la casa por los cuatro costados. La casa se vino abajo y todos ellos murieron; yo soy el único que escapó para contárselo”.
Job se levantó y rasgó su vestido en señal de dolor; después se rasuró la cabeza y se postró en el suelo para adorar y dijo: ”El Señor me dio lo que tenía y el Señor me lo ha quitado. ¡Alabado sea el nombre del Señor!”. A pesar de todo, Job no pecó porque no culpó a Dios.
Otro día, nuevamente Satanás se presentó delante de Dios. El Señor le preguntó:-¿De dónde vienes? Satanás le contestó:-He estado recorriendo la tierra, observando todo lo que ocurre.
Entonces el Señor preguntó a Satanás:- ¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal. Además ha conservado su integridad a pesar de que tú me incitaste a que le hiciera daño sin ningún motivo.
Satanás le respondió:-¡Piel por piel! Cualquier hombre renunciaría a todo lo que tiene para salvar su vida. Así que extiende tu mano y quítale la salud, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!
-Muy bien, haz con él lo que quieras -dijo el Señor a Satanás- pero no le quites la vida. Entonces Satanás salió de la presencia de Dios e hirió a Job con terribles llagas en la piel, desde la cabeza hasta los pies.
Aquella vez su esposa le dijo: “¿Todavía intentas conservar tu integridad? Maldice a Dios y muérete”. Sin embargo, Job le contestó: -“Hablas como una mujer necia. ¿Aceptaremos sólo las cosas buenas que vienen de la mano de Dios y nunca lo malo?”. A pesar de todo, Job no dijo nada incorrecto.
Como Job había reconocido el poder y la sabiduría de Dios, fue quitada su aflicción y Dios le dio el doble de todas las cosas que él había tenido. El Señor bendijo su postrer estado más que el primero (Job 42:12)
Esta historia me recuerda a la conocida frase que dice: “Sobre llovido, mojado”. Cuántos de nosotros no nos hemos encontrado en la misma situación, ni bien estábamos saliendo de una prueba, llegó otra y una más. Tal vez ese momento pensamos que Dios nos estaba castigando o que se había apartado de nosotros y no escuchaba nuestros ruegos y oraciones, cuando Él también estaba sufriendo con nosotros por dicha situación. Al pasar el tiempo nos dimos cuenta que Dios en ningún momento nos había dejado solos, su amor había permanecido fiel a nosotros y nos tenía preparada una hermosa victoria.
Si este día estás pasando por circunstancias muy difíciles, quiero animarte a seguir confiando en Dios porque Él prometió estar contigo todos los días de tu vida, no solo en los buenos momentos sino también en los malos. Él jamás te dará una prueba mayor a la que tu puedas soportar, por ese motivo debes mantenerte de pie, debes seguir adelante, no puedes darte por vencido, dentro de muy poco tiempo Dios recompensará tu fidelidad e integridad al igual que lo hizo con Job, solo debes mantenerte firme y no dudar de todo lo que Él es capaz de hacer.
Recuerda… después de la tormenta, siempre sale el sol y la mayoría de las veces un hermoso arco iris que nos devuelve la esperanza y la tranquilidad.
Satanás le respondió al Señor: -Sí, pero Job tiene una buena razón para temer a Dios, siempre has puesto un muro de protección alrededor de él, de su casa y de sus propiedades. Has hecho prosperar todo lo que hace. ¡Mira lo rico que es! Así que extiende tu mano y quítale todo lo que tiene, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!
-Muy bien, puedes probarlo -dijo el Señor a Satanás-. Haz lo que quieras con todo lo que posee, pero no le hagas ningún daño físico. Entonces Satanás salió de la presencia del Señor.
Un día llegó un mensajero a casa de Job con las siguientes noticias: “Sus bueyes estaban arando y los burros comiendo a su lado, cuando los sabeanos nos asaltaron. Robaron todos los animales y mataron a los trabajadores, y yo soy el único que escapó para contárselo”. Mientras este mensajero todavía hablaba, llegó otro y le dijo: “Cayó del cielo el fuego de Dios y calcinó a las ovejas y a todos los pastores; yo soy el único que escapó para contárselo”. Mientras este mensajero todavía hablaba, llegó un tercero diciéndole: “Tres bandas de saqueadores caldeos robaron sus camellos y mataron a los sirvientes; yo soy el único que escapó para contárselo”. No había terminado de hablar el tercer mensajero cuando llegó otro con esta noticia: “Sus hijos e hijas estaban festejando en casa del hermano mayor y de pronto, un fuerte viento del desierto llegó y azotó la casa por los cuatro costados. La casa se vino abajo y todos ellos murieron; yo soy el único que escapó para contárselo”.
Job se levantó y rasgó su vestido en señal de dolor; después se rasuró la cabeza y se postró en el suelo para adorar y dijo: ”El Señor me dio lo que tenía y el Señor me lo ha quitado. ¡Alabado sea el nombre del Señor!”. A pesar de todo, Job no pecó porque no culpó a Dios.
Otro día, nuevamente Satanás se presentó delante de Dios. El Señor le preguntó:-¿De dónde vienes? Satanás le contestó:-He estado recorriendo la tierra, observando todo lo que ocurre.
Entonces el Señor preguntó a Satanás:- ¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal. Además ha conservado su integridad a pesar de que tú me incitaste a que le hiciera daño sin ningún motivo.
Satanás le respondió:-¡Piel por piel! Cualquier hombre renunciaría a todo lo que tiene para salvar su vida. Así que extiende tu mano y quítale la salud, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!
-Muy bien, haz con él lo que quieras -dijo el Señor a Satanás- pero no le quites la vida. Entonces Satanás salió de la presencia de Dios e hirió a Job con terribles llagas en la piel, desde la cabeza hasta los pies.
Aquella vez su esposa le dijo: “¿Todavía intentas conservar tu integridad? Maldice a Dios y muérete”. Sin embargo, Job le contestó: -“Hablas como una mujer necia. ¿Aceptaremos sólo las cosas buenas que vienen de la mano de Dios y nunca lo malo?”. A pesar de todo, Job no dijo nada incorrecto.
Como Job había reconocido el poder y la sabiduría de Dios, fue quitada su aflicción y Dios le dio el doble de todas las cosas que él había tenido. El Señor bendijo su postrer estado más que el primero (Job 42:12)
Esta historia me recuerda a la conocida frase que dice: “Sobre llovido, mojado”. Cuántos de nosotros no nos hemos encontrado en la misma situación, ni bien estábamos saliendo de una prueba, llegó otra y una más. Tal vez ese momento pensamos que Dios nos estaba castigando o que se había apartado de nosotros y no escuchaba nuestros ruegos y oraciones, cuando Él también estaba sufriendo con nosotros por dicha situación. Al pasar el tiempo nos dimos cuenta que Dios en ningún momento nos había dejado solos, su amor había permanecido fiel a nosotros y nos tenía preparada una hermosa victoria.
Si este día estás pasando por circunstancias muy difíciles, quiero animarte a seguir confiando en Dios porque Él prometió estar contigo todos los días de tu vida, no solo en los buenos momentos sino también en los malos. Él jamás te dará una prueba mayor a la que tu puedas soportar, por ese motivo debes mantenerte de pie, debes seguir adelante, no puedes darte por vencido, dentro de muy poco tiempo Dios recompensará tu fidelidad e integridad al igual que lo hizo con Job, solo debes mantenerte firme y no dudar de todo lo que Él es capaz de hacer.
Recuerda… después de la tormenta, siempre sale el sol y la mayoría de las veces un hermoso arco iris que nos devuelve la esperanza y la tranquilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario