¿Tomaste la mejor decisión?
Busca su voluntad en todo lo que hagas y él te mostrará cuál camino tomar.Proverbios 3:6 (NTV)
La Biblia cuenta que Dios le había dado el siguiente mensaje a Jonás: “Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive. Pronuncia mi juicio contra ella, porque he visto la perversidad de sus habitantes”, pero Jonás no lo obedeció y se fue en dirección contraria para huir de su presencia. Descendió al puerto de Jope donde encontró un barco que partía para Tarsis. Compró un boleto, subió a bordo y se embarcó rumbo a esa ciudad con la esperanza de escapar, pero Dios mandó un poderoso viento sobre el mar el cual desató una violenta tempestad que amenazaba con despedazar el barco. Temiendo por sus vidas, los desesperados marineros pidieron ayuda a sus dioses y lanzaban la carga por la borda para aligerar el barco. Todo esto sucedía mientras Jonás dormía profundamente en la bodega del barco, así que el capitán bajó a buscarlo. “¿Cómo puedes dormir en medio de esta situación? -le gritó-. ¡Levántate y ora a tu dios! Quizá nos preste atención y nos perdone la vida”.
La tripulación echó suertes para ver quién había ofendido a los dioses y causado tan terrible tempestad. Cuando lo hicieron, la suerte señaló a Jonás como el culpable. Así que los marineros le preguntaron: -¿Por qué nos ha venido esta espantosa tormenta? ¿Quién eres? ¿En qué trabajas? ¿De qué país eres? ¿Cuál es tu nacionalidad?
-Soy hebreo -contestó Jonás- y temo al Señor, Dios del cielo, quien hizo el mar y la tierra. Los marineros se aterraron al escuchar esto, porque Jonás ya les había contado que huía de Dios.
-¿Ay, por qué lo hiciste? -le dijeron.
Como la tormenta seguía empeorando, le preguntaron:-¿Qué debemos hacer contigo para detener esta tempestad?
-Échenme al mar -contestó Jonás- y volverá la calma. Yo sé que soy el único culpable de esta terrible tormenta.
Sin embargo, los marineros remaron con más fuerza para llevar el barco a tierra, pero la tempestad era tan violenta que no lo lograron. Entonces clamaron al Señor, Dios de Jonás: “Oh Señor -le rogaron-, no nos dejes morir por el pecado de este hombre y no nos hagas responsables de su muerte. Oh Señor, has enviado esta tormenta sobre él y sólo tú sabes por qué”. Entonces los marineros tomaron a Jonás y lo lanzaron al mar embravecido, ¡y al instante se detuvo la tempestad! Los marineros quedaron asombrados por el gran poder del Señor, le ofrecieron un sacrificio y prometieron servirle.
En cierta ocasión, yo también me encontré en la misma situación que Jonás, tratando de escapar de la presencia de Dios, porque me negaba a hacer su voluntad, pensando que la decisión que había tomado era la mejor, cuando lo único que conseguí aquella vez fue retrasar las bendiciones que Él tenía para mí y pasar días muy angustiada al negarme a hacer su voluntad. Cuando decidí obedecerlo, volví a tener paz en mi corazón y entendí que Dios me había estado cuidando todo ese tiempo y que tenía mejores planes para mi vida. Algo que también comprendí, fue que nuestras decisiones no solo nos afectan a nosotros, sino también a nuestros seres queridos o a terceras personas.
Hoy es una buena oportunidad para meditar acerca de las decisiones que hemos tomado, ¿habrá sido la mejor conforme a los propósitos de Dios para nuestras vidas? o quizás con ellas estamos haciendo sufrir a personas que solo quieren nuestra felicidad. Creo personalmente que mientras tengamos vida, tenemos la oportunidad de cambiar y enmendar nuestros errores, de tomar decisiones sabias con la guía de Dios y empezar todo nuevamente.
Una buena decisión para la eternidad, compensa miles de malas decisiones hechas sobre la tierra.
La tripulación echó suertes para ver quién había ofendido a los dioses y causado tan terrible tempestad. Cuando lo hicieron, la suerte señaló a Jonás como el culpable. Así que los marineros le preguntaron: -¿Por qué nos ha venido esta espantosa tormenta? ¿Quién eres? ¿En qué trabajas? ¿De qué país eres? ¿Cuál es tu nacionalidad?
-Soy hebreo -contestó Jonás- y temo al Señor, Dios del cielo, quien hizo el mar y la tierra. Los marineros se aterraron al escuchar esto, porque Jonás ya les había contado que huía de Dios.
-¿Ay, por qué lo hiciste? -le dijeron.
Como la tormenta seguía empeorando, le preguntaron:-¿Qué debemos hacer contigo para detener esta tempestad?
-Échenme al mar -contestó Jonás- y volverá la calma. Yo sé que soy el único culpable de esta terrible tormenta.
Sin embargo, los marineros remaron con más fuerza para llevar el barco a tierra, pero la tempestad era tan violenta que no lo lograron. Entonces clamaron al Señor, Dios de Jonás: “Oh Señor -le rogaron-, no nos dejes morir por el pecado de este hombre y no nos hagas responsables de su muerte. Oh Señor, has enviado esta tormenta sobre él y sólo tú sabes por qué”. Entonces los marineros tomaron a Jonás y lo lanzaron al mar embravecido, ¡y al instante se detuvo la tempestad! Los marineros quedaron asombrados por el gran poder del Señor, le ofrecieron un sacrificio y prometieron servirle.
En cierta ocasión, yo también me encontré en la misma situación que Jonás, tratando de escapar de la presencia de Dios, porque me negaba a hacer su voluntad, pensando que la decisión que había tomado era la mejor, cuando lo único que conseguí aquella vez fue retrasar las bendiciones que Él tenía para mí y pasar días muy angustiada al negarme a hacer su voluntad. Cuando decidí obedecerlo, volví a tener paz en mi corazón y entendí que Dios me había estado cuidando todo ese tiempo y que tenía mejores planes para mi vida. Algo que también comprendí, fue que nuestras decisiones no solo nos afectan a nosotros, sino también a nuestros seres queridos o a terceras personas.
Hoy es una buena oportunidad para meditar acerca de las decisiones que hemos tomado, ¿habrá sido la mejor conforme a los propósitos de Dios para nuestras vidas? o quizás con ellas estamos haciendo sufrir a personas que solo quieren nuestra felicidad. Creo personalmente que mientras tengamos vida, tenemos la oportunidad de cambiar y enmendar nuestros errores, de tomar decisiones sabias con la guía de Dios y empezar todo nuevamente.
Una buena decisión para la eternidad, compensa miles de malas decisiones hechas sobre la tierra.
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