Indiferencia
“Y no se olviden de hacer el bien ni de compartir lo que tienen con quienes pasan necesidad. Estos son los sacrificios que le agradan a Dios.” Hebreos 13:16
Al parecer la mayoría hemos olvidado este mandato de Dios, hemos dejado que la indiferencia nos gobierne, el siguiente cuento habla al respecto:
Un ratón, mirando por un agujero en la pared vio a un granjero y a su esposa abriendo un paquete. Pensó, qué tipo de comida podía haber allí. Quedó aterrorizado cuando descubrió que era una trampa para ratones. Fue corriendo al patio de la granja a advertir a todos: - Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!
La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levantó la cabeza y dijo:
- Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, más no me perjudica en nada, no me incomoda .
El ratón fue hasta el cordero y le dijo: - Hay una ratonera en la casa, una ratonera!
- Discúlpeme Sr. Ratón, mas no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted.
El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo: Pero acaso, estoy en peligro?...Pienso que no, dijo la vaca. Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero.
Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una serpiente venenosa. La serpiente veloz picó a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre alta. Todo el mundo sabe que para reconfortar a alguien con fiebre, nada mejor que una nutritiva sopa.
El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina. Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. La mujer no mejoró y acabó muriendo. El granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.
Hay ocasiones donde solemos actuar de la misma manera, no miramos la necesidad, ni el problema por el que están pasando los demás, haciendo oídos sordos al grito de ayuda, pensamos que mientras no nos afecte directamente no nos incumbe. Cuando en realidad debería suceder todo lo contrario.
Cuando alguien de tu entorno está mal, indirectamente te afecta y nadie puede asegurar que algún día no pases por lo mismo, no me refiero específicamente en hacer tuyo el problema e interferir completamente en lo que está pasando, sino al apoyo que está en nuestras manos, esto por muy pequeño que sea llevará consuelo a los que sufren, ya sean motivos de enfermedad, hambre o frío.
Acudir a una a llamada de auxilio no importando la hora, es uno de los gestos que muestran que Dios está con el necesitado a través de ti.
¡Deja la indiferencia y toma la generosidad!
“Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras.” Gálatas 6:9
Como dice el dicho. El que no vive para servir, no sirve para vivir.
El mundo no anda así por la maldad de las personas, sino por la indiferencia.
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