Tres golpes no son suficientes
Cuando Eliseo cayó enfermo de muerte Israel se hallaba en guerra contra Siria. El Rey Joás, quien se hallaba desesperado fue a buscar ayuda del profeta.
Eliseo le pidió al rey que tomara un arco y unas flechas. Luego, el rey tomó una saeta y se preparó para disparar pero antes de que lo hiciera el profeta puso sus manos sobre las del rey y le pidió que abriera la ventana que da al oriente y que disparara.
- Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los Sirios en Afec hasta consumirlos – dijo Eliseo.
Luego, le volvió a decir que tomara las flechas y golpeara la tierra y el Rey la golpeó tres veces. Entonces el varón de Dios se enojó y le reprochó el que no hubiera golpeado más veces y le dijo: - Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.
En este relato que encontramos en 2ª Reyes 13:14-25 vemos a un rey desesperado, que posiblemente creía que una vez que muriera Eliseo ya no tendrían posibilidades de ganar y por eso lo busca en sus últimos momentos, nadie más tendría una solución a su problema.
Nosotros al igual que el Rey Joás podemos estar en una situación desesperada, los enemigos se están acercando y no tenemos idea de qué podemos hacer. Entonces acudimos a aquel que tiene la salida y corremos a Dios.
Tomamos el arco y la flecha, como nos ordena, y con infinito amor, como un buen maestro, nos enseña hacia dónde debemos disparar la flecha. Acto seguido tomamos el resto de las flechas y las golpeamos en el suelo pero nos detenemos al tercer golpe.
Cuando estamos en medio de las pruebas o esperando que llegue un milagro no debemos dejar de orar, de ayunar, de leer la palabra de Dios. No hay una receta que nos diga cuántas veces orar o cómo hacerlo, debemos permanecer buscándolo hasta que nuestra victoria sea completa. No te conformes con 3 golpes.
Pueden ser horas, días o años, las pruebas nunca tienen un tiempo establecido, las pruebas son para que Dios pueda moldearnos. Pero en esa búsqueda y en la espera del cumplimiento de aquello que anhelas, nunca dejes de declarar la victoria. Recuerda que tenemos una pequeña pero poderosa gran saeta en nosotros: nuestra lengua.
“La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias” Proverbios 18:21 (NTV)
Nunca dejes de creer ni te declares vencido, no desmayes ni te canses de golpear las flechas hasta que hayas alcanzado la victoria completa que te ha sido prometida.
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