Explicaron que por miles de años la Phoenix dactylifera fue una de las especies más abundantes del Medio Oriente, que también constituía una fuente de ingresos esencial del Reino de Judea, e incluso aparece nombrada en varias partes de la Biblia.
El Rey David llamó a su hija “Tamar” en honor al nombre hebreo de esa palma.
Agregaron que debido a que era base de la economía del reino, cuando llegaron los romanos, acabaron con ella y la llevaron a la extinción y el conocimiento de primera mano de ese árbol se convirtió en leyenda.
No obstante, durante una excavación en el palacio del Gran Herodes en Israel a principios de los años 60,arqueólogos israelíes desenterraron un pequeño cúmulo de semillas guardadas en una jarra de barro que databa de hacía 2 mil años, mismas que estuvieron guardadas en la universidad hasta que en el año 2005, la investigadora botánica Elaine Solowey decidió plantarlas y observar si algo crecía de ellas.
Las semillas multimilenarias brotaron produciendo esta especie de árbol que no se había dado en siglos, lo que las convirtió en las semillas de árbol “más antiguas en germinar”.
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